Ilustración






"Había una vez en el bosque, sobre los acantilados que daban al mar, un vetusto roble, que tenía exactamente trescientos sesenta y cinco años. Pero todo este tiempo, para el árbol no significaba más que lo que significan otros tantos días para nosotros, los hombres.[...]" El Último sueño del viejo Roble, Hans Christian Andersen.


 "[...]Las alas se resistían a sostenerlo, y, casi sin darse cuenta, se deslizaba por el tallo de hierba, blando y ondeante, agachaba la cabeza como sólo él sabe hacerlo, y se quedaba alegremente dormido. Ésta era su muerte.[...]"  El Último sueño del viejo Roble, Hans Christian Andersen.


"[...]Venían ya las tempestades, cantando: «¡Buenas noches, buenas noches! ¡Cayó una hoja, cayó una hoja! ¡Cosechamos, cosechamos! Vete a acostar.[...]" El Último sueño del viejo Roble, Hans Christian Andersen.


 "[...] También él había sido pequeño. Su cuna había sido una bellota. Según el cómputo de los hombres, se hallaba ahora en su cuarto siglo.[...]" El Último sueño del viejo Roble, Hans Christian Andersen.


 "[...] Todo lo que el árbol había vivido y visto en el curso de sus años desfilaba ante él como un festivo cortejo. Veía cabalgar a través del bosque gentiles hombres y damas de tiempos remotos, con plumas en el sombrero y halcones en la mano.[...]" El Último sueño del viejo Roble, Hans Christian Andersen.

 "[...] El océano lanzaba terribles olas contra la orilla, crujió el árbol y fue arrancado de raíz, precisamente mientras soñaba que sus raíces se desprendían del suelo. Sus trescientos sesenta y cinco años no representaban ya más que el día de la efímera. [...]" El Último sueño del viejo Roble, Hans Christian Andersen.